tag:blogger.com,1999:blog-166826972024-03-13T01:00:27.364+01:00Las historias de Mr. Hun ShuNobody told me there'd be days like theseMr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.comBlogger239125tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-46299085191890416942023-01-09T08:41:00.002+01:002023-01-09T08:41:10.635+01:00Grandes éxitos<p>Abrí un nuevo blog donde hablo de música y otros paisajes vitales.</p><p>Se puede ver <a href="https://grandesexitosblog.com/" target="_blank">en este enlace</a></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYezsAjklhz7nvOlxfLacRtC7YIfnTaR3sK43aY7ThE1x25QYwlOCCE9m5M6uy4KW67xqInELA1nr3HNU32IB0SGxVo0wgOfBk8r86_vnetzSIsxl144eZK6QjWnYYlSz2AIyEyuXViHvhBUY-So9KeVe_YVtfuHcKHsiMUSYOrrigErbSDQ0/s990/george%20harrison%20jurgen%20vollmer.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="764" data-original-width="990" height="309" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYezsAjklhz7nvOlxfLacRtC7YIfnTaR3sK43aY7ThE1x25QYwlOCCE9m5M6uy4KW67xqInELA1nr3HNU32IB0SGxVo0wgOfBk8r86_vnetzSIsxl144eZK6QjWnYYlSz2AIyEyuXViHvhBUY-So9KeVe_YVtfuHcKHsiMUSYOrrigErbSDQ0/w400-h309/george%20harrison%20jurgen%20vollmer.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p><br /></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-74220842812205401012022-08-12T12:33:00.004+02:002022-12-26T13:01:40.315+01:00Esplendor<p style="text-align: justify;">Entre las fotos, objetos, pequeños recuerdos y papeles varios que tenía mi madre en su casa encontré este cuaderno en el que dejó escrito, de su puño y letra, esta frase que dice el personaje que encarna Natalie Wood al final de la película "Esplendor en la hierba" (Elia Kazan, 1961).</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtY4EBzc6z_smDxCVNmL02sqAroURXx6Ppy2IwaKBtRfr6K8Lhb_Kp9qNw2ssL7M8ECt954ty9DQtyDot_LEoMOOb7v--VyOyteMRivK0VGMzm89Lb6pj1KSUUah7zO45Pr-hbormVBR23pdiAwCLwma6M_B_qU8qhejlQCaxRH3OgpiAUehk/s2456/frase-final-esplendor-en-la-hierba.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1844" data-original-width="2456" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtY4EBzc6z_smDxCVNmL02sqAroURXx6Ppy2IwaKBtRfr6K8Lhb_Kp9qNw2ssL7M8ECt954ty9DQtyDot_LEoMOOb7v--VyOyteMRivK0VGMzm89Lb6pj1KSUUah7zO45Pr-hbormVBR23pdiAwCLwma6M_B_qU8qhejlQCaxRH3OgpiAUehk/w640-h480/frase-final-esplendor-en-la-hierba.jpeg" width="640" /></a></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>"Aunque ya nada pueda devolvernos el esplendor en la hierba y la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo"</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De mi madre aprendí muchas cosas y observé con atención otras tantas, como la importancia que le daba a los detalles, aunque estuvieran en segundo plano. <b>También compartíamos nuestro amor por el séptimo arte</b>, ella sobre todo con los clásicos del cine norteamericano, en especial de cine negro, aunque sin desmerecer a los dramas épicos con grandes dosis de romanticismo como "Memorias de África", "Casablanca" "Lo que el viento se llevó" o "Los puentes de Madison". </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A veces veíamos películas juntos, sobre todo en las épocas que vivía con mis padres. Era fan devota de Billy Wilder, Clint Eastwood, Hitchcock o Garci, y no le caía muy bien Luis Buñuel. Sentía curiosidad por algunos musicales como "Cantando bajo la lluvia" y las comedias que más le gustaban eran las blanquecinas de Cine de barrio o las de Doris Day o adaptaciones teatrales tipo "La extraña pareja" o "Descalzos en el parque", aunque nunca la vi reírse tanto como con "La vaquilla", de Berlanga. Ir al cine con ella también era toda una experiencia, como nos sucedió en "Salvar al soldado Ryan", viviendo (y sufriendo) en sus carnes ese interminable desembarco del principio. Mi infancia está llena de recuerdos festivos relacionados con cines, en cumpleaños, celebraciones varias o noches de verano. Y ella, mientras, siempre atenta a la pantalla. Vistiéndose durante un par de horas con el traje de esas vidas ajenas, quién sabe si <b>recordando otros momentos de esplendor en la hierba</b>, como los que me toca recordar a mí ahora en su ausencia. </div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Me preguntan últimamente sobre el dolor de la pérdida. En este bloqueo emocional que todavía siento, no sé muy bien qué responder. Miro atrás en las vidas que conocí a su lado, y pienso en las otras que no llegué a conocer y creo que, como dice la frase de la película, no debería afligirme. <b>Esa belleza que pudo descubrir mi madre en su camino siguió presente hasta el final de sus días</b>, y yo fui testigo de ella en cada mirada suya, cada palabra, cada fotograma que compartimos juntos y que yo guardaré en mi recuerdo. En este imperecedero recuerdo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQsYNgHA5Ogu9WVaQtnHe9DvC3EM6I53RxxZF0mpuvhKyRqe237Lzi7OLZ4y63u-EPjBe6NXdrxs6X1wYUfIzB6nAC9FE1Q2NLhduBXR-q1g6R7A75XevCBSd1yqo6PwNACL5P1uKfml5xDBpkvHudJJ0CVt51GO6qZQJA4F3iDJRPsBfu7II/s2281/Mom%2022b.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1450" data-original-width="2281" height="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQsYNgHA5Ogu9WVaQtnHe9DvC3EM6I53RxxZF0mpuvhKyRqe237Lzi7OLZ4y63u-EPjBe6NXdrxs6X1wYUfIzB6nAC9FE1Q2NLhduBXR-q1g6R7A75XevCBSd1yqo6PwNACL5P1uKfml5xDBpkvHudJJ0CVt51GO6qZQJA4F3iDJRPsBfu7II/w640-h406/Mom%2022b.jpg" width="640" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-76677420519052057132022-07-15T23:42:00.003+02:002022-08-02T18:15:55.818+02:0015 de julio, una vida<p style="text-align: justify;">Duerme. Veo a mi madre en el ataúd, cubierta con una fina sábana blanca, rodeada de coronas de flores, en paz, serena. He visto ese gesto antes cuando la despertaba de la siesta, y volvía de los sueños con esa calma inocente de una niña que siempre veía reflejada en sus ojos azules. La veo ahí dentro, inmóvil, y pienso que duerme, y que en algún momento se despertará y me cogerá de la mano. Y yo la tranquilizaría, como hacía ella conmigo de pequeño, abrazándome, llenándome con sus brazos de cariño y de reconfortante calma. Veo su cuerpo delante de mí, cuando hace apenas unos meses esquivaba las garras de la parca, y deseo posar mi cabeza en su regazo. Cerrar los ojos como ella y que me cuente un cuento para dormir mi vida. Los dos juntos en un mundo diferente a este. Quiero que me cuente qué ha hecho ese día, qué película ha visto, qué ha comido y se despida de mí como hacía estos últimas semanas, cuando besaba su frente antes de dormir y me agarraba la mano, regalándome palabras que solo ella sabía cómo me hacían sentir. </p><p style="text-align: justify;">La muerte es siempre tan inoportuna. Me he quedado con tantas cosas por decirle. Al final, en la vida solo tienes a tus padres, tu familia, unos pocos amigos y muchos libros, películas, canciones y otras historias que forman parte de tu selecto círculo de privilegiados. ¿Acaso necesitamos más? Ella me enseñó que no era necesario, que el único lugar al que pertenecemos está siempre cerca de nosotros, en esa cotidianidad de la que a veces queremos huir. Quisiera creer, quisiera de veras poder creer en algo más allá que esta realidad limitada. Quisiera que ella, ahora, pudiera reunirse con su madre, mi abuela. Y que esta, más joven que mi madre, la siguiera llamando "mi niña". Que sintiera una pena inicial pero una gran alegría por ese reencuentro al final del camino, donde las aguas se expanden en equilibrio hasta llegar al mar. Y que de alguna manera ella también pudiera estar dentro de mí, que formara parte de mi ser hasta mis últimos días, calmando mis miedos, alegrándose por mis fortunas, consolando mis lágrimas. </p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/CjQkleDSW6I" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div><p style="text-align: justify;">Estos últimos días había estado pensando mucho en ella. Recordaba los viajes que hicimos todos juntos por esos mundos. Los cumpleaños vividos, las buenas noticias, sus respuestas sencillas a mis preguntas trascendentes. Sus vestidos de verano. Las cosas injustas que alguna vez pronuncié, lejanas y difuminadas en algún lugar perdido de mi juventud. Todas las alegrías que quería compartir con mi padre, mi hermana, mis sobrinos. Conmigo. Esa mirada y esa sonrisa. En su cara aprendí a reconocer el amor. </p><p style="text-align: justify;">Siento un gran vacío y una pena anestesiada cuando escribo estas palabras, todavía incrédulo ante su pérdida. Y sé que se abre un escenario nuevo delante de mí. No sé muy bien dónde me llevará, tampoco me importa. Quiero sentir su fuerza y su cariño tranquilo en cada paso que doy, su compañía y protección, su sabiduría y su inocencia. Ver a esa niña de grandes ojos azules que soñaba, y jugaba y reía y que un día se convirtió en creadora de mi universo, gota de agua que permanece suspendida ingrávida en el tiempo. Y hacerla sentir querida en la distancia. </p><p style="text-align: justify;">Madre, yo te canto desde mis adentros, agradezco la vida que me diste, no quiero perderte nunca, te querré siempre.</p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-6199923223146328022022-06-21T23:08:00.004+02:002022-06-21T23:12:30.419+02:00Navajas automáticas y nubes de algodón<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">No recuerdo cuándo me empezaron a gustar las navajas, pero sí sé que nunca me dieron miedo. Y eso que de pequeño era un chaval bastante tímido y con miedos un poco raros (que hubiera un problema en directo durante la emisión de un programa de televisión, por ejemplo. Panicaba y corría histérico a la zona más oscura de la casa, ante la sorpresa y cachondeo de mi hermana). También me daban miedo algunos videoclips, como el de “<a href="https://www.youtube.com/watch?v=rmGxh1FhtxE" target="_blank">Hyperactive</a>” de Thomas Dolby, pero es que, al mismo tiempo, me encantaba. Quizás porque <b>en esos miedos encontraba algo atractivo y magnético que me animaba a dejarme atrapar en ellos</b>. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Cuando volvía de trabajar, mi padre </span><span style="text-align: left;">siempre dejaba </span><span style="text-align: left;">en un arca que había en el hall de mi primera casa una navaja suiza, de cachas rojas con el logotipo de la bandera suiza, junto a su cartera de piel negra y las llaves. A veces, cuando no me veía, la agarraba (tendría unos 7 u 8 años) y abría cada herramienta, sobre todo la hoja plateada tan seductora que descansaba sutilmente entre sacacorchos, limpiauñas, abrelatas y destornilladores. <b>Tocaba la punta con la yema de mi diminuto dedo índice y acariciaba con respeto el filo con esa curiosidad tan particular que me generaba, atractiva y peligrosa a la vez</b>. Aunque esa forma tan elegante, el rollo multiusos y ese color rojizo chillón se alejaba bastante de las espadas (luego supe que se llamaban </span><i style="text-align: left;">katanas</i><span style="text-align: left;">) de los ninjas y samuráis de las películas que alquilaba en el videoclub de la calle Barquillo. Ahí sí que reconozco y señalo el verdadero germen de aquella atracción. Bueno, películas de samuráis y de macarras (españoles tipo "Perros callejeros" o extranjeros como "Bad Boys", con Sean Penn de protagonista). </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTYTn8kfCEFNEeX2v1JnflpZ5OxNqnddc73gLg9cik1hwXDsGGqOZq7bg-41lfpjNJs-Oyu75AixflB4PwHPcTqUSQkeGRy72dQPoF-9avIfwL1W_PYChtL7Z1_Pr8pZ2cEeSmYeJxkukd7Qumc51WDF0IGEAfyEwXAr-V8hyZkevZdi-_q_s/s1094/Captura%20de%20pantalla%202022-06-21%20a%20las%2022.36.56.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Bad Boys" border="0" data-original-height="844" data-original-width="1094" height="309" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTYTn8kfCEFNEeX2v1JnflpZ5OxNqnddc73gLg9cik1hwXDsGGqOZq7bg-41lfpjNJs-Oyu75AixflB4PwHPcTqUSQkeGRy72dQPoF-9avIfwL1W_PYChtL7Z1_Pr8pZ2cEeSmYeJxkukd7Qumc51WDF0IGEAfyEwXAr-V8hyZkevZdi-_q_s/w400-h309/Captura%20de%20pantalla%202022-06-21%20a%20las%2022.36.56.png" title="Bad Boys" width="400" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">A los 10 ya estaba enganchado a todo el tema de las artes marciales y alguna vez convencía a mi padre para que me llevara a Kamakura, la mítica tienda de artes marciales de la calle Cruz, entre putas, Seats 127 y bares de vermú, carajillo y servilletas de papel acumuladas en el suelo. A pesar de conocer cada una de las <i>katanas</i> y <i>tantos</i> que tenían colgados en la pared, lo máximo a lo que pude aspirar fueron unos <i>nunchakus</i> de gomaespuma y una estrella <i>shuriken</i> que, por supuesto, vendían con los bordes redondeados. <b>Luego en casa me las apañaba para afilar las puntas con algo de lija</b> y lanzarlas contra las cortinas o en algunas tablas de madera con mis amigos del colegio. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">En un puesto de <i>souvenirs</i> playero de Torrevieja, donde solíamos veranear antes de la invasión de un turismo de generosas rentas y baja calidad moral, encontré mi primera navaja. No recuerdo si la robé o si llegué a pagarla. Era una pequeña navaja en forma de llavero, de apertura lateral, con piel de algún animal en las cachas. Muy pequeña pero con la punta bien afilada, lo suficiente como para sustituir los <i>shurikens</i>. <b>De repente, me sentía seguro y capacitado para llevar esa navaja por la calle, escondida en lugares inverosímiles, y así poder usarla en caso de amenaza</b>, aunque no sé si realmente hubiera podido hacer algo ante un yonqui con mono portando una jeringuilla con sangre (más allá de cagarme encima, paralizado por el miedo). </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">A esa edad era bastante tímido con la gente pero, en cambio, no tenía reparos en entrar a las cuchillerías del centro de Madrid a mirar, preguntar y, a veces, comprar navajas. Empezaron siendo muy pequeñas y sencillas, pero a medida que iba perdiéndolas (o iban siendo confiscadas por mi escandalizada madre), fui aumentando de tamaño. <b>Llegué a tener a los 11 mi primera <i>bali song</i>, mi apreciada navaja mariposa de origen filipino, dominando con cierto virtuosismo la apertura y cierre de la misma.</b> Una vez pude sentir en mi propia piel la violencia de su hoja afilada al tratar de arrancar una chapa de Porsche y, por apenas unos milímetros, no reventé uno de los tendones de mi dedo pulgar izquierdo. Marcas de guerra, pensé yo. Qué cocinero no se ha cortado con sus cuchillos. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhkxVhPEGQn122tfeHwjHqOBkVxa1xUJt0KN1H4qy92Po4RvRFceu1sd5VzhDqXbWiKoyVKsBfxUCnrCSPsnt-Q7pztGefqXQNW02Q7zWeTqnYHUjYXBl2e45ka1PL65OcDRNTwnR-xGW-gQCCOatrhTm5UxxulcXqzeqw8SOhrKBu3MW0Wc/s525/ButterflyKnifeOpenandClosed.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="394" data-original-width="525" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhkxVhPEGQn122tfeHwjHqOBkVxa1xUJt0KN1H4qy92Po4RvRFceu1sd5VzhDqXbWiKoyVKsBfxUCnrCSPsnt-Q7pztGefqXQNW02Q7zWeTqnYHUjYXBl2e45ka1PL65OcDRNTwnR-xGW-gQCCOatrhTm5UxxulcXqzeqw8SOhrKBu3MW0Wc/w400-h300/ButterflyKnifeOpenandClosed.jpeg" width="400" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Veo la cicatriz ahora y me acuerdo de esos años, de lo flipado por las cosas que me gustaban y lo tímido que era a la vez. De valiente investigador en casas abandonadas y de disfrutón de nubes de algodón de azúcar en las atracciones junto al puerto de Torrevieja, caminando sobre las rocas con mis padres y mi hermana, imaginándome películas que protagonizaba, relatos inventados y peleas con bandas callejeras. De helados con dos sabores en el Tiburón y de navajas de puestos callejeros donde los vendedores dudaban qué hacer conmigo hasta que veían mi billete de Galdós. Trato hecho. <b>Y mi madre, otra vez, descubriendo la nueva adquisición en un bolsillo de pantalón o escondido debajo de algún armario</b>. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Aún así, los días azules de verano continuaban en la playa, los paseos y los puestos de feria, los tiros de escopeta, las sirenas de los coches de choque, la música a todo volumen de Modern Talking antes de subir en las sombrillas o el gusano loco, de máquinas arcade, cómics de Mortadelo y libros de Elige tu propia aventura. Había un juego en uno de esos puestos de feria, con altavoces atronadores de <i>italo disco</i>, que consistía en lanzar bolas de billar en diferentes agujeros de colores (cada uno hacía avanzar más o menos rápido a unos camellos) en una paupérrima carrera en el desierto. <b>Una tarde conseguí ganar a todos los mayores que jugaban conmigo en esa partida</b>. Mi padre estaba pletórico de felicidad. Llegamos a casa y describió a mi madre cómo les gané a todos, mientras comíamos una tortilla francesa recién hecha. Era como si hubiera marcado un gol en la final del Mundial. <b>Nunca había visto a mi padre tan orgulloso de mí. </b></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Pero faltaba el tesoro prohibido. Las automáticas "de verdad", como las de las películas de macarras. Las más comunes eran las semiautomáticas negras con bordes plateados de apertura lateral, pero <b>las más temidas y deseadas eran las de apertura frontal</b>. Un clic y sorpresa. Estaban entonces (y siguen estando) prohibidísimas, así que conseguirlas suponía una especie de aventura imposible, de leyenda incluso, entre quienes comentaban las características de las mismas. En el colegio siempre había un listo que decía que las había visto en cuchillerías por El Rastro, o que un primo suyo la había comprado en Marruecos y se la había enseñado. Daba igual, sabía que si era algo escondido, peligroso y prohibido, de alguna manera tendría que presentarse ante mí en algún momento. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEnzt9CDqCUuIXie5gL7mm5xoF1kEhKudNOyX-Fsc_yfJspuXXkbF64hoiALLU2BXfWieM5LR_1Z5STT8krAjaRSlVuLiPC3mD3TAcallkScMVehgFPMwwCUXpKOkBOqo7UG5--NvQ2iJPhYqxsvu7jvKTjuocBDgknf0KwjKz75TlVmLZgcY/s480/7BKi.gif" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="270" data-original-width="480" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEnzt9CDqCUuIXie5gL7mm5xoF1kEhKudNOyX-Fsc_yfJspuXXkbF64hoiALLU2BXfWieM5LR_1Z5STT8krAjaRSlVuLiPC3mD3TAcallkScMVehgFPMwwCUXpKOkBOqo7UG5--NvQ2iJPhYqxsvu7jvKTjuocBDgknf0KwjKz75TlVmLZgcY/w400-h225/7BKi.gif" width="400" /></a></div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Esa oportunidad surgió a los 13, en Lanzarote. Cerca del hotel en el que estaba con mi padre había una tienda de recuerdos y, qué cosas tienen los insulares, vendían ese modelo. Mi corazón al descubrirla se aceleró, no podía ser verdad. Más excitación tuve cuando pude comprarla, sin miradas inquisitorias, sin comentarios. Y, después, tenerla en mis manos, en su cajita de cartón con el dibujo de la navaja. <b>Al abrirla y descubrir que salía el filo por la parte de adelante, con solo apretar un botón, reconozco que me asusté un poco</b>. Era veloz y mortal, rápida, excelente. Y era mía. La movida vino después, el llevarla a Madrid en el avión. En aquel imberbe espíritu aventurero no tenía desarrollado el instinto de precaución. Así que ahí que me metí, pasando la mochila ante el control de la Guardia civil, confiado y, a la vez, temeroso. En el primer vuelo hasta Sevilla todo transcurrió sin problemas, pero en la conexión a Madrid, pararon el detector de Radios X y abrieron mi mochila. Recuerdo el gesto incrédulo y sorprendido de mi padre mientras el Guardia Civil sostenía en su mano la navaja mientras decía "y de las prohibidas". </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">No sé cómo, quizás al ver mi cara de pardillo, el agente hizo la vista gorda (previa requisición del arma) y me dejó pasar. Pero mi padre se quedó en shock. En la sala de espera evitó mirarme, actuando como si fuera un desconocido, supongo que avergonzado y humillado. <b>Algo cambió entre nosotros a raíz de ese pequeño incidente</b>. O igual es que los dos fuimos creciendo, o simplemente avanzando, por caminos distintos. Cambios de casa, de colegio, de gustos, de formas de mirarnos y entendernos. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Desde entonces dejé de lado todo el tema navajero y también las nubes de algodón en las ferias. Alguna vez, cuando paso cerca de una cuchillería, me acuerdo de aquellos momentos. El brillo cegador de la hoja a la luz del sol, la herida que no dejaba de sangrar en la mano, las automáticas prohibidas. Poco después vinieron el <i>skate</i>, el salir de noche, las primeras copas, la música en salas de conciertos y los besos con lengua, afilados, atractivos y peligrosos <b>como aquellas navajas que mis dedos acariciaban sin miedo en mis días azules.</b></span></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-2033968967650804682022-05-22T13:01:00.009+02:002022-06-21T23:24:45.333+02:00Uno de estos días<p><i>"One of these days<br />I'm gonna sit down and write a long letter<br />To all the good friends I've known<br />And I'm gonna try<br />And thank them all for the good times together<br />Though so apart we've grown"</i></p><p style="text-align: justify;">Así comienza un tema de Neil Young, perteneciente al disco "Harvest moon", que descubrí allá por el 93, cuando pinchaban mucho este tema y <i>From Hank to Hendrix</i> en varios programas musicales que oía en Onda Madrid después de volver del instituto. Entonces no tenía ordenador, solo una guitarra blanca que nunca me atreví a tocar y un pequeño radiocassette negro Akai que me compró mi madre en un local de la calle Barquillo un par de años atrás. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="355" src="https://www.youtube.com/embed/XtRTA4u5QkU" width="527" youtube-src-id="XtRTA4u5QkU"></iframe></div><p style="text-align: justify;">Por eso pensé que, al igual que la canción, tenía que sentarme un día y escribir algo sobre un buen amigo. Algo que lo recordara y por lo que pudiera mostrar mi agradecimiento. Me ha pasado muy pocas veces en la vida, creo que solo dos, pero <b>la primera vez que vi a David supe que seríamos amigos</b>. Más que eso, amigos de los que se quedan pegados como lapas, da igual la distancia que nos separe, en la mochila de la vida. No fue necesaria mucha literatura o un despliegue de ingenio desbordante al primer toque. Simplemente, la química de complicidad que te une, en contadas ocasiones, a esa gente a la que merece la pena tener cerca. A David siempre le asocio con el músico canadiense, en concreto con un tema (y por un tema) que veremos más adelante. Pero claro, <b>el día que le conocí no me imaginé que algún día le llamaría "Mr. Passionate"</b>.</p><p style="text-align: justify;">Fue en el año 2004, y entonces solía merodear las oficinas de una productora cerca de Cuatro Caminos donde trabajaban unos amigos de mi época audiovisual. En concreto ahí también conocí a Javier R, un actor lleno de ganas de hacer cosas grandes y con el que conecté al 100% cuando construimos un personaje fundamental en la que entonces sería mi primera (y de momento) única película, "<b><a href="https://vimeo.com/9640300" target="_blank">Posible</a></b>" (la producción, el rodaje y posterior vida que tuvo esta película también da para otra historia). Eran años de bonanza creativa, la verdad, y esas conexiones que había entre todos los que hacíamos "estas cosas", a pesar de los primeros indicios de distanciamiento, <b>generaban una energía que nos unía y nos hacía creer que nos llevaría lejos</b> (además de compartir viajes, momentos muy divertidos y algún que otro drama). </p><p style="text-align: justify;">Estaba preparando el inminente rodaje de Posible y había quedado en esas oficinas para hablar con Javier R de algún ensayo. Entonces apareció con un amigo suyo de la infancia, David, que era músico y estaba interesado en hacer música para nuestros cortometrajes, películas, etc. <b>No tenía ninguna experiencia al respecto (más allá de su formación clásica en viola y algunas bandas de <i>indie</i> en las que colaboraba) pero se mostraba también ilusionado en poder trabajar con esa panda de guerrilleros del audiovisual.</b> Recuerdo que era muy delgado, llevaba el pelo corto (luego le conocí diferentes tipos de melenas y rapados) vestía vaqueros y una camisa de manga corta tejana y tenía una gran sonrisa en su rostro imberbe. Intercambiamos palabras y buenos deseos de cara a colaboraciones, pero no volvimos a saber el uno del otro, aunque esa complicidad imposible de describir en palabras ya estaba haciendo su trabajo en los dos.</p><p style="text-align: justify;">Un día, casualidades de la vida, nos encontramos en el Work Center de San Bernardo. Yo había trabajado allí durante una pequeña temporada y me acerqué para rodar algunos planos aprovechando la nocturnidad y alevosía que me permitían mis antiguos compañeros. Entonces me lo encontré ahí, ya que era su primer día (bueno, en realidad era el turno de noche, el mismo que hice yo) y le recordé nuestro encuentro en la productora. Esta vez iba vestido con el uniforme típico que llevábamos los empleados de Work Center (camisa azul claro, corbata, vaqueros, delantal) y una compañera le estaba dando las mismas instrucciones que me dieron a mí al empezar a trabajar en la empresa. Se le veía todavía un poco desubicado, por el trabajo en sí y por el horario, pero se acordaba de mí y <b>yo le dije, sin pensarlo, que había pensado en él (mentira, surgió cuando me lo encontré allí) para que hiciera la banda sonora de esta película que estaba rodando. </b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiydvSsXcQ_kwRqTsbAUs-QWs2doPZ_aFnJqX04zeJwwiHh6TqjG8yl6QnOKHVvxOTkYF3-n1M1hEKfhwRYlTQSlxAS8-UFvT2UCDgr_jj12weH1kqH-z2OMwXzl4elUsVgglL7slcQUxXQ5KWcM2c2UhgTiuLG5c3GpYMjSOGu17EYPzpk0xo/s3978/Dave%20foto.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="David García Llarena, fotógafo" border="0" data-original-height="2922" data-original-width="3978" height="367" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiydvSsXcQ_kwRqTsbAUs-QWs2doPZ_aFnJqX04zeJwwiHh6TqjG8yl6QnOKHVvxOTkYF3-n1M1hEKfhwRYlTQSlxAS8-UFvT2UCDgr_jj12weH1kqH-z2OMwXzl4elUsVgglL7slcQUxXQ5KWcM2c2UhgTiuLG5c3GpYMjSOGu17EYPzpk0xo/w499-h367/Dave%20foto.JPG" title="David, por el 2006 (creo)" width="499" /></a></div></div><p style="text-align: justify;">Más adelante seguí quedando con él para pasarle un CD con las canciones que me servían de inspiración, comentar ideas y, en general, hablar más de la vida, los trabajos precarios y de las musas reales y proyectadas que de la película en sí. Me pareció una persona amable, con un gusto exclusivo por la calidad, de gran sensibilidad artística, generoso y abierto. Conectamos con bastante facilidad, sobre todo por un <b>sentido del humor muy parecido y una manera particular de entender las relaciones personales</b>. </p><p style="text-align: justify;">Al final hicimos la banda sonora de la película en un proceso bastante largo, ya que también se incluyó el doblaje y el diseño de sonido (un reto para primerizos) pero esa experiencia nos unió para toda la vida. <b>Muchas veces hablamos de Posible como un hito importante, no a nivel creativo, sino como un punto de unión de amistades y recuerdos asociados a aquellos años que nos han marcado.</b> Después hemos seguido colaborando y ha puesto la música de algunos proyectos míos y de otros amigos. Incluso grabé un <a href="https://vimeo.com/68252868" target="_blank">cortometraje</a> que él protagonizó, rodado en casa de una abuela suya que acababa de fallecer. </p><p style="text-align: justify;">Pero, más allá de las derivas creativas que hemos tomado a lo largo de estos años y los posteriores desencantos profesionales, la amistad siempre ha estado presente. En mis distancias y las suyas, <b>siempre nos hemos encontrado como si fuéramos un lugar de reflexión y cobijo de nuestras peripecias vitales más o menos afortunadas</b>. Por ejemplo, estando yo en Praga hace 14 años, tuve una experiencia sentimental volcánica digna de alguna escena a medio camino entre Woody Allen y Abel Ferrara. En la resaca de aquello escribí a David y me respondió con un mail rápido pero necesario para animarme. Sobre todo, me dejó como recado escuchar atentamente un disco de Neil Young. Estas fueron sus palabras:</p><p style="text-align: justify;"><i>"Are you passionate?, en concreto el tema que da nombre al disco, me parece una declaración de principios. Cuando dejo que la fuerza de gravedad </i>-entonces David montaba en longboard- <i>y la inercia me permite rodar en la cuesta de Moyano, con El Ángel caído vigilándome a lo lejos, si cierro los ojos tan solo por un momento puedo imaginar que el ruido del viento y de las ruedas son el rugido del mar. Más abajo me espera otro fragmento de bajada que vigila otra figura que es digna de mención, Pío Baroja, presidiendo la cuesta de los libreros. Me gusta imaginar que mientras disfruto del sol, de la mañana, del aire, él, dentro de su cabeza de bronce, piensa en otra novela como La busca, en el Madrid de hoy, en cómo una persona como yo hace diferentes cosas y es varios personajes a la vez... Mientras, el Sr. Young, siempre Young, me pregunta con su voz entre angelical y vieja: Are you passionate? Are you livin' like you talk? Fantástico, fantástico... No quiero jamás dejar de sentir la inercia de la vida, te lleva donde tú quieres; elige el vehículo, and you ride the wave!!! Keep on!</i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidyYicDvw73-faMK81Z32S9bR3Xcy1uDLwhiS0-qC5tLK_EzC6XZJ5Kkk_P4fIqqgI7TA_yhZdDGRPYLb_OJL1HgSbJhRXVzmHVNCq9YlocDCdWfI-i0UsEKbiGGlI-FcqI-swS9dH2yyvB8LQnzwOdxO1AqKSBNNrB_GUDPpBAbwOwsM-IZE/s2592/20190814_180232.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Jesús Elorriaga y David García Llarena" border="0" data-original-height="1458" data-original-width="2592" height="335" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidyYicDvw73-faMK81Z32S9bR3Xcy1uDLwhiS0-qC5tLK_EzC6XZJ5Kkk_P4fIqqgI7TA_yhZdDGRPYLb_OJL1HgSbJhRXVzmHVNCq9YlocDCdWfI-i0UsEKbiGGlI-FcqI-swS9dH2yyvB8LQnzwOdxO1AqKSBNNrB_GUDPpBAbwOwsM-IZE/w595-h335/20190814_180232.jpg" title="Mr. Passionate & me. Berlin, 2019" width="595" /></a></div><p style="text-align: justify;">El tiempo pasa y desde entonces siempre he tenido presente ese tema de Neil Young, ese mensaje, la conversación posterior por Skype, en algunos momentos puntuales de la vida. Esa pregunta surge cuando cree uno que actuó inadecuadamente en tal o cual momento. La honestidad de quien entiende la vida como es, es decir, como una oportunidad, <b>un escenario donde surfeamos en su inercia para descubrir todos sus rincones</b>. A veces para perdemos y otras para encontrar un paraíso. Y otra vez la inercia. Siempre adelante. </p><p style="text-align: justify;">Esta mañana hablé con él por teléfono. Lleva una temporada en Berlin, con sus cámaras de fotos, su novia alemana veinteañera y sus riñones enfermos. Ha estado unas semanas viviendo en sus carnes algo desagradable y, después de un tiempo sin noticias suyas, esa llamada nos volvió a conectar con todo lo que hemos construido estos años. <b>Su voz en realidad habla mucho de mí, de nosotros, de todo lo que compartimos y no quiero perder, Mr. Passionate</b>. Del tiempo que se nos escapa y los zarpazos de la fragilidad de esta nube de existencia, de los amigos comunes que van alejándose pero siguen llamando nuestra atención, de la melodía de juventud perenne que todavía suena en su eco cada amanecer. Solo espero que nos volvamos a encontrar dentro de poco y, después de un abrazo, <b>agradecerle que sea parte de mi vida </b>mientras hablamos de todo aquello que nos une y, a la vez, aleja de esta locura guiada por la cotidianidad.</p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-17217875302914723612022-05-12T20:49:00.000+02:002022-05-12T22:47:36.242+02:00Words<div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><i>«Tú no puedes volver atrás </i></div><div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><i>porque la vida ya te empuja </i></div><div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><i>como un aullido interminable...</i><i style="text-align: center;">»</i></div><div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><span style="text-align: center;">(Palabras para Julia, de </span><span style="text-align: justify;">José Agustín Goytisolo)</span></div><div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="background-color: white; color: #222222; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_GMU1lxsVQVgequWCuGXkQd3WTplDpNj3SUpnffbsYNsKHxhEPTXNfrl08dTSb9VDQd-PyaInIvhAoPSh6u5iCOEyCX-2N69ppge00HD2FMd3HVTQdNnksN7lH9eLW_PXtsaE2jG6sc-jggcr3WMu8ajyiVsg6yLnq3U895B9sAskru9CwEk/s640/EUqmxcJUwAA8iBQ.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_GMU1lxsVQVgequWCuGXkQd3WTplDpNj3SUpnffbsYNsKHxhEPTXNfrl08dTSb9VDQd-PyaInIvhAoPSh6u5iCOEyCX-2N69ppge00HD2FMd3HVTQdNnksN7lH9eLW_PXtsaE2jG6sc-jggcr3WMu8ajyiVsg6yLnq3U895B9sAskru9CwEk/s320/EUqmxcJUwAA8iBQ.jpeg" width="320" /></a></div><br /><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><p><br /></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-43407038118501623042022-04-09T21:10:00.002+02:002022-04-09T21:23:12.920+02:00Ruido anticoagulante<p style="text-align: justify;">Cuando mi madre estuvo atrapada en ese limbo entre la vida y la muerte hace justo una semana, en ese silencioso estado de consciencia dormida, con su piel tan pálida y tan fría, sus ojos tan cerrados y con el corazón que apenas subía de las 50 pulsaciones, pensé si me oiría estando a su lado, si de alguna forma me sentiría cerca, si notaría mi tacto al cogerla de la mano, al besar su frente, mientras su cuerpo luchaba de forma valiente y delicada, como es ella, para seguir a este lado de la puerta. Pensé en qué estaría soñando (si es que soñaba, detrás de esos párpados caídos), sobre todo cuando fue recuperándose y apenas dejaba ver sus ojos azules, tan brillantes como el cielo que se colaba por la ventana que tenía detrás de su cama ("tienes el Mediterráneo en esos ojos", le dijo mi padre en uno de esos despertares), y pude notar cómo se sentía incómoda en aquel estado, entre tubos, sondas y electrodos. Deseando volver a su sillón, a ver sus películas, a estar con sus cosas, su cotidianidad pendiente de un hilo hace solo unos días. Quise pensar en algo de paz, en su infancia, lejos de esa etapa de la vida que jamás, ni loca, contemplaba en sus sueños de niña. Jugando en las calles del barrio de las Letras con su madre durante el final de la posguerra. En mi hermana y yo de pequeños, en sus abrazos llenos de ternura y en esa sonrisa amable y cariñosa cuando me miraba. </p><p style="text-align: justify;">Pasan los días y, cuanto más avanza, más se aleja de aquella zona incierta de peligro. Va siendo cada vez más ella, más reconocible. A pesar de sus primeras torpezas al hablar, sus ojos vidriosos me miran sin entender muy bien todavía cómo ha llegado hasta allí. Cada paso que da es un histórico triunfo en la batalla. Y yo con mis dudas sobre lo que vendrá más adelante, a pesar de la inmensa fortuna de tenerla ahí y de saber que puede sentir mi mano al agarrársela y que mueve los pequeños pies debajo de la sábana sobre la que ahora ya no tiembla. Mientras, toca esperar. Carlos Saura decía que hacer películas es esperar. También dijo que hace <a href="https://elpais.com/cultura/2016/07/30/actualidad/1469892063_815969.html" target="_blank">películas</a> para estar vivo. Esas paredes del hospital van adquiriendo, en la monotonía, cada vez más formas fotografiables ante la luz de la tarde y el silencio en esa espera. Hacer fotografías para recordarme que estoy vivo, escribir para no olvidar, cantar para curar el alma. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcDtxXlFXutlx6j8lFCTmbDVcOkj043nlGypf6WqDh9fg_aBpdFixwowpMp2qQSEsf8eFISUTJ0zXlciLXAnOgQsQStDST585K_9haveKvO-GgTAnbPa01VFCepJp6j0st0h9bE8HYBY4irBlSdqyByb7n3HjKRZva94IEcKKFq2sc7EdvDjg/s3923/20220403_132638-01.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2207" data-original-width="3923" height="207" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcDtxXlFXutlx6j8lFCTmbDVcOkj043nlGypf6WqDh9fg_aBpdFixwowpMp2qQSEsf8eFISUTJ0zXlciLXAnOgQsQStDST585K_9haveKvO-GgTAnbPa01VFCepJp6j0st0h9bE8HYBY4irBlSdqyByb7n3HjKRZva94IEcKKFq2sc7EdvDjg/w368-h207/20220403_132638-01.jpeg" width="368" /></a></div><p style="text-align: justify;">En los pasillos me cruzo con enfermeros muy jóvenes que hacen bromas entre ellos, comparten guiños de complicidad, organizan su día a día en el trabajo. En esos pasillos existe algo de la vida como la conocemos afuera, pero se cuelan, en algunas habitaciones, lamentos de alguien que sabe que su vida no será como antes. Que es consciente de que él, tal y como se reconocía ante el espejo hace apenas unos días, ha dejado de existir para siempre. Y se escapa de esa habitación un continuo lamento, ralentizado. Ni tan si quiera es capaz de llorar como le gustaría. Sale de su boca un grito más profundo y ralentizado todavía, como el que oirías al caer ante un pozo sin fin de interminable oscuridad. </p><p style="text-align: justify;">Dejas atrás ese pasillo y el lamento inválido de aquel hombre me acompaña afuera y me recuerda, a pesar de los primeros síntomas de primavera tardía en la calle, que somos frágiles ante la ingenua gravedad con la que aderezamos nuestros dramas, ignorantes ante lo que existe detrás de esa cortina que nunca creemos que podremos pasar. Porque estamos destinados a eso, a la fugacidad del tiempo, a la vejez, a la belleza perecedera, a la resolución definitiva de nuestros días, un final que puede ser inmediato y fatal, con las cuentas de la vida sin pagar y las maletas sin deshacer, como tanto temía Luis Buñuel en los hoteles, o largo y penoso alejados de la plenitud y dignidad. Y luego una biografía en el olvido, polvo en el viento, la memoria bajo la tierra. </p><p style="text-align: justify;">En la calle siento que hay un mundo paralelo al de la UCI, pero es real, y es el único que existe mientras camino sobre él. Con el tráfico en la carretera, el ruido de la emisora sin poder sintonizar correctamente en el coche, como los pensamientos que se cuelan camino a casa. Mi madre está viva, puede hablar, moverse y me reconoce. Es. Quieres relativizar tus idas y venidas, tus subidas y tus bajadas, la agenda con tareas pendientes, la otra agenda con páginas en blanco, las heridas que cincelan tu experiencia, las tormentas de ayer que forman algunos pantanos que hoy busco drenar, los coágulos inútiles que no permiten avanzar y otros que ya han sido liberados. Y quieres seguir las enseñanzas de Marco Aurelio, de Séneca, de los clásicos que tan lejos parecen estar en el tiempo y que, sin embargo, permanecen aquí, acompañando esta existencia tan mía, tan querida.</p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/wd4aL4WVdEc" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-43324007863409776302022-03-20T16:42:00.003+01:002022-03-20T18:34:38.981+01:00Todo aquello que no pudimos ser<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiQxoamJBtUMdvG3bA4Mf1CrzovMxOjeOvXJsuUiVZddeY2hGU3RjcvOjArHFd2CvBTvrjEWDhpvc3qOF-Q6K7VtUQcC-dE3XTCPNEKcxJU-5tZBBnAbaVkIJs32DjTh5_V-2WecJqTPCfq1IStuAB6QireZUsEqxQNokA-5lGw-N_jEj9stOQ=s1450" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1400" data-original-width="1450" height="386" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiQxoamJBtUMdvG3bA4Mf1CrzovMxOjeOvXJsuUiVZddeY2hGU3RjcvOjArHFd2CvBTvrjEWDhpvc3qOF-Q6K7VtUQcC-dE3XTCPNEKcxJU-5tZBBnAbaVkIJs32DjTh5_V-2WecJqTPCfq1IStuAB6QireZUsEqxQNokA-5lGw-N_jEj9stOQ=w400-h386" width="400" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Te escribo a ti, Jack Kerouac, solo a ti, Jack, porque sé que hace poco cumpliste 100 años y sé que te hubiera gustado celebrarlos aquí arriba, a la altura de los vivos y pienso en aquel espejo que nos unió y en el que unas palabras salieron de otra boca para reflejarse en él, de una mística apariencia que sacaba lo mejor de mí en esos pasadizos donde bailaban las sombras, toda la energía que nos hizo amar la vida, Jack, en todos sus extremos, formas y colores, de costa a costa, perdiéndonos por aquellos caminos que solo nosotros pudimos imaginar y sabemos juzgar, de pueblos y estaciones imposibles de encontrar en los mapas pero, a la vez, saboreando cada rincón de nuestra geografía, cada curva y cada recta que nos atrapaban como el rosal trepador de tus páginas, Jack, a ti y a mí sobre el asfalto, ebrios bajo las sábanas limpias y las luces de neón, con olor a gasolina y a perfume de noches de verano, a escondidas, siempre, como militantes furtivos de una nueva religión en busca y captura, como tú y Neal Cassady en esa vasta noche de América, épica, vívida, con esos cielos interminables en el horizonte y toda la libertad del mundo para explorarnos, por eso sabiendo que solo tú puedes leerme, que solo tú puedes ver mi figura en el espejo, a ti te digo que me apetece brindar por tu siglo de existencia, aún en la lejanía del tiempo, en la pesadez y calma del silencio, de <i>este</i> silencio, de aquellas noches insomnes y juegos de banderas en el pasado, motores que rugían y se encontraban por esas carreteras imposibles, ahora, insisto, brindo mirando al Sol por todo aquello que no pudimos ser, por esa Roma que teníamos que haber conquistado, por el vértigo del salto al vacío, la lúgubre mueca de lo cotidiano detrás de nuestras sombras, el polvo, la belleza capturada y acariciada, la sonrisa amable, la gota de lluvia rabiosa pero dulce en la compañía y amarga siempre en la despedida, el baile pendiente, los abrazos que nos merecimos a plena luz, descarados, libres y más libres, los trabajos temporales en la América profunda, y siempre las pisadas casuales por las frases de tu libro, los juegos de azar del destino en el camino, nuestro camino, Jack, porque nos dijimos que todo saldría bien y en realidad todo sale como nunca quisimos, tal vez diferente, quizás brillante en el hogar perdido del recuerdo, y brindo de nuevo por aquellas etílicas respuestas a nuestras discusiones estériles sobre la vida, la muerte, la música a deshoras y el eterno presente, atrapados en el parpadeo de una existencia fugaz al tacto invisible, y los dedos repetían blanco y azul en el negro sobre blanco de esas calles entonces recién asfaltadas al otro lado del telón, y yo riego las flores en memoria de los inadaptados que pudieron reinar y fueron expulsados del paraíso antes de tiempo, de los <i>beatnicks</i> futuros que fuimos, que tal vez serás, que nunca seré, y la voz se escapa de las personas que ya no existen, aunque sea en la virtual distancia, en la luz proyectada al agujero negro, en este nuevo orden mundial, buscando la paz con el dragón interior de la eterna adolescencia y sus daños colaterales, escribiendo nuevos libros en rollos de papel sin márgenes, con máquinas de escribir canciones, con plumas de tinta escarchada, en las cuevas escondidas de los Apalaches, en las grandes llanuras donde un día gritaré "¡<a href="https://youtu.be/Dvkaa3eNXbE?t=184" target="_blank">Lo entiendo!</a>", vagabundeando por los museos cerrados y sobre las vías de tren junto a un Misisipi cualquiera, celebrando tu nueva vida lejos del dolor, pero siempre en el camino, Jack, sobre esa lápida tuya en la que alguien escribió "la carretera es la vida".</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/5nSFFL3dBA4" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div>
<p></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-46776119675659843772022-03-06T23:38:00.002+01:002022-06-21T23:26:03.009+02:00Evershot<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjBiLzPZ4gv1lF4pBf2UqKSwd-V_KA1E9Km9h5QuuntOxRJlr-YLYnCHvz2S-RupuBUlBh30CbdUIQJoOvJO9ydLUPBbmwzt7TMZOH4mGFyL4qGFCBmtbFhTOov8nrMUnzk6JMTem_uoewwWywo5pl4jctIDiWh_8FIOG7tspDtZW_mUBFBf0Q=s3889" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Evershot Jesús Elorriaga" border="0" data-original-height="2187" data-original-width="3889" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjBiLzPZ4gv1lF4pBf2UqKSwd-V_KA1E9Km9h5QuuntOxRJlr-YLYnCHvz2S-RupuBUlBh30CbdUIQJoOvJO9ydLUPBbmwzt7TMZOH4mGFyL4qGFCBmtbFhTOov8nrMUnzk6JMTem_uoewwWywo5pl4jctIDiWh_8FIOG7tspDtZW_mUBFBf0Q=w640-h360" width="640" /></a></div><p style="text-align: justify;">
Como en el tango de "Aquella cantina de la ribera":
<i>Todas las pobres barcas sin rumbo, que hacia las playas arroja el mar</i>,
Evershot viene a ser esa especie de playa donde vienen a parar los inadaptados
de toda clase que buscan un refugio en sus casas de piedra, en el pequeño bar
local o en las calles silenciosas que bordean un country house que atrae a
forasteros y a trabajadores itinerantes. </p><p style="text-align: justify;">Al menos esa fue la primera impresión
que tuve cuando llegué a Evershot (Inglaterra), en el verano del 2003, huyendo
de mis fantasmas y de lo que ahora llaman “zona de confort”, para poder
acumular experiencias vitales que, alguna vez, me pudieran servir para algo.
Fueron pocos meses pero me marcaron para siempre. Con el tiempo fui inventando
historias inspiradas en aquel lugar, en el anonimato que proporcionaba aquella
lejanía, sin ruidos ni distorsiones. Sobre todo, en la posibilidad de
construir una nueva vida y en los peligros de un pasado que pudiera venir a
reclamar cuentas pendientes. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguH8iNraqTbWE-5NDvXV2QnguOfk30k_iKrpknPekZts919S_Fl2OfRoROf0Q1px6H-DXBk8bSLPFcUhEPJKAITOmJmlCrNBsCmPJd1LVegkJd8r_wFI5d58j6CYxr1b48nRd7PCqffW-57kH2Fca89tJaKuLUqqO2qTyEdAfHYLGjbjT3I2o=s2379" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Evershot Jesús Elorriaga" border="0" data-original-height="2379" data-original-width="1688" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguH8iNraqTbWE-5NDvXV2QnguOfk30k_iKrpknPekZts919S_Fl2OfRoROf0Q1px6H-DXBk8bSLPFcUhEPJKAITOmJmlCrNBsCmPJd1LVegkJd8r_wFI5d58j6CYxr1b48nRd7PCqffW-57kH2Fca89tJaKuLUqqO2qTyEdAfHYLGjbjT3I2o=w284-h400" title="Portada de Irene Baumgarten" width="284" /></a></div><p style="text-align: justify;">De ahí surgieron varias versiones de guiones que
se quedaron varados en callejones sin salida hasta que hace unos años decidí
reconstruir aquello aportando nuevas tramas, diferentes personajes, otros
contextos. El resultado es esta novela que acabo de publicar y que comparto
con todos vosotros en <a href="https://www.amazon.es/dp/8409370387/ref=cm_sw_em_r_mt_dp_6DN15MSETFVNJAD5Y8KK" target="_blank">este enlace</a>. </p>
Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-60613338559589421922022-01-13T00:06:00.000+01:002022-01-13T00:06:23.982+01:00Un buen lugar donde vivir por un tiempo<p style="text-align: justify;"> "Una canción es un buen lugar donde vivir por un tiempo", Jorge Muñoz-Cobo, en el prólogo de la biografía de Los Negativos: ¡<a href="https://www.edmilenio.com/esp/los-negativos-bony-es-dios.html" target="_blank">Bony es Dios</a>!</p><p style="text-align: justify;"><b>Antes de respirar ya amaba la música. </b>Antes de amar la vida, la música ya sonaba en el vientre de mi madre con sus latidos y, a través de ellos, iba escribiendo mi propio ADN, la seña de identidad que me seguiría hasta hoy. Luego aparecieron las canciones en su boca y en las bocas de otros que cantaban en los aparatos de radio que había en la cocina o en el pasillo, misteriosos tras el plástico negro y electrizantes al tocar sus frías antenas. Y en el televisor del salón, a escondidas bajo el mantel de la mesa. Y en las cintas de cassette, y en los vinilos, y en las tiendas de la Calle del Sonido, en los autobuses, en las discotecas y bares donde quemé mi juventud. Y en la radio, <b>siempre en la radio</b>, y en mi cabeza formando así una banda sonora vital. La música en mis auriculares y el corazón, esta vez el mío, latiendo, latiendo.</p><p style="text-align: justify;">Las canciones son pequeñas piezas de mi alma. Células que la alimentan de oxígeno, asociando recuerdos y añoranzas de una forma tan real como si nunca las hubiera perdido. Como si el ayer fuera un presente continuo virtual de varias dimensiones a la vez y cuya luz, incluso ya perdida en su origen, se mantiene viva como una estrella. Las palabras hacen que otras vidas, extrañas y expulsadas del paraíso, <b>sigan latentes en la lejanía</b>, como una onda hertziana que atraviesa bosques y montañas y penetra en un rincón donde no llega la luz pero sí la música. Y, por dentro, mi mundo se estremece de nuevo, porque vuelve a sentir esos latidos antes del primer llanto, <b>ese germen de mi existencia sonora y sentimental</b>. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiymyWSnGClh0r93fJEVA6_mnZ7ic-jftVHWS8U3sYaJ7Wzkk288cMl9fniNUhXAnxtwLvj-y4qEtbqw-Fq7S4GMkOt2PYwwVYO3QcdIpGZrjwOXJmbibgL8KXRqknKGD0gtbRy7PMK_Sm2Hro0UKzYHkhRWPuvPjVx3_1_QAdGK87GeRi36UM=s3000" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1686" data-original-width="3000" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiymyWSnGClh0r93fJEVA6_mnZ7ic-jftVHWS8U3sYaJ7Wzkk288cMl9fniNUhXAnxtwLvj-y4qEtbqw-Fq7S4GMkOt2PYwwVYO3QcdIpGZrjwOXJmbibgL8KXRqknKGD0gtbRy7PMK_Sm2Hro0UKzYHkhRWPuvPjVx3_1_QAdGK87GeRi36UM=w385-h217" width="385" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Música como un acto de fe, como una oración pagana a los dioses de los antepasados que nunca conocimos, bailando y cantando para alcanzar un estado mental que nos permita una nueva herramienta de comunicación. Travistiéndonos con sus hazañas, sus confesiones y sus anhelos, su vida y su muerte. Siempre aportando compañía en la oscuridad y en las alegrías. Incluso en momentos de angustia, cuando me incomoda refugiarme en la música, me permito alejarme de ella hasta que el ruido interno cesa. Y, entonces, esas canciones me llevan otra vez de la mano, guiándome hacia el manantial de las delicias. De esas historias que hago mías, <b>de esas voces que habitan en todas mis edades</b>, en los recuerdos asociados como fragancias de perfumes.</p><p style="text-align: justify;">Cuántas vidas se pueden vivir en una sola, cuántas veces podré empezar de nuevo, sentir la curiosidad por una canción, desconocida aún. Las marcas de mi piel como surcos de un vinilo que huelen a materia gastada pero bien aprovechada. <b>Encontrar palabras que vuelvo a hacer mías.</b> Descubrir con ellas pasadizos a nuevos mundos donde vivir o perderme durante unos minutos y encontrar la complicidad que me une a esos extraños que las interpretan. Y entonces rezo de nuevo: "<i>En el principio era el sonido, y el sonido era con Dios, y la música era mi Dios".</i></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/C77PlrGxMbU" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-17923802904498113792021-12-19T23:36:00.007+01:002022-06-21T23:40:35.322+02:0012 ó 13<p style="text-align: justify;">Tendríamos 12 ó 13 años. Nos gustaba sentir la calidez del sol en nuestra cara en aquel patio de colegio donde se jugaban varios partidos de fútbol y baloncesto a la vez mientras los aprendices de Bohemia mirábamos con interés a las primeras chicas que dejamos de ver como niñas. Nos reconocíamos en los pasillos y en las calles adyacentes donde la curiosidad nos abría sus puertas. </p><p style="text-align: justify;">Éramos Iván, Jose y yo, y a veces también venía Aitor, o Miguel Ángel, o incluso David con sus padres vigilando en un coche. Abrazábamos la libertad de los espacios abiertos en horizontes todavía imberbes cuando dábamos nuestros primeros pasos por las ruinas de la inocencia. Las escaleras de las estaciones de metro nunca resultaban resbaladizas y saltábamos por encima de los torniquetes delante de los vigilantes jurados. Y con nuestras tablas forradas de lija y los ejes y las ruedas <i>rat bones</i> que acabábamos de adquirir en Sessions, íbamos atravesando barrios mientras desconocidas inquietudes asomaban sus rostros en las esquinas. </p><p style="text-align: justify;">Nos impulsábamos con fuerza y el tiempo se estiraba y retorcía en nuestras espaldas, a pesar de los golpes, las heridas y las rodillas a punto de romper. Siempre adelante, era imposible retroceder. Y conquistábamos la ciudad que teníamos a nuestros pies, eterna. Castellana arriba y abajo, entre el tráfico y los espectadores accidentales. En Plaza de Castilla ante la mirada de Calvo Sotelo, en Juan Bravo con las esculturas de Chillida, y Colón en su plaza, a pesar del ruido de las pequeñas cascadas, indicando el camino a mi antigua casa, mi hogar perdido de la infancia donde el futuro no se atrevía todavía a pasar. </p><p style="text-align: justify;">En nuestros cuerpos fibrosos todavía a medio hacer llevábamos las camisetas más anchas, los pantalones más holgados y las zapatillas Vision Street Wear con cinta americana. Alguno ponía mantequilla en los rodamientos para avanzar más rápido. También robábamos sprays en el Corte Inglés y los vaciábamos en Nuevos Ministerios o en los pasillos de alguna estación cercana. En AZCA jugábamos a los bolos escuchando a Bobby Brown entre risas amplificadas en los monitores. Veíamos películas de acción en el cine y compartíamos revistas porno en clase. </p><p style="text-align: justify;">Si querías saber lo que pensábamos o sentíamos solo tenías que preguntarlo, pero igual te lo haríamos saber a nuestra manera. Un día rompí varios semáforos después de pelearme con un tipo mayor que yo. Otro día casi me rajo la mano tratando de sacar una chapa de Porsche con una navaja. El verano anterior lloré desconsoladamente al despedirme de una chica de la que me había enamorado. Me atracaron dos veces a plena luz del día. Iba a misa los domingos solo por compromiso. </p><p style="text-align: justify;">Aún así, seguíamos impulsando nuestros cuerpos encima de las tablas, por esas calles tan nuestras de vida, con el sonido vibrante y tántrico de las ruedas sobre la acera. No cortaba nuestros pulmones el frío del invierno ni quemaba nuestra piel el sol del verano, en la piscina de Parque Sindical, en sus pistas y en sus <i>bowls</i>, colándonos para ahorrar 25 pesetas de entrada, mientras veíamos cómo saltar la alambrada desde el 73 que venía desde Moncloa. Y el encuentro fortuito con otras pequeñas estrellas del monopatín, ahora convertidos en creativos y altos ejecutivos (los supervivientes, claro) era natural y retador. </p><p style="text-align: justify;">Entonces no tenía cámara de fotos para registrar todo aquello, jamás me podía imaginar que alguna vez hablaría de esos días en pasado. El cemento ahora lo cubre todo, el tráfico continúa en la Castellana, la casa de la vieja, al lado del patio donde nos reconocíamos en los recreos y la curiosidad nos abría las puertas, ahora es una extensión de ese colegio cuyas puertas quedan lejanas y, sus calles adyacentes, más vacías por las noches. </p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='494' height='411' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dzLP4CdUHkDFtW_pvb-ookoJpSAYaknrls8NQcSSsd4lYmnRGNW2xQt8L5vl6qGQR8kurZC5sIgX6E' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Película: Mid90s, de Jonah Hill</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Canción: "We'll let you know", de Morrissey</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><p>
<i>"How sad are we?<br />
And how sad have we been?<br />
We'll let you know<br />
We'll let you know<br />
Oh, but only if you're really interested<br />
You wonder how<br />
We've stayed alive 'til now<br />
We'll let you know<br />
We'll let you know<br />
But only if you're really interested<br />
We're all smiles<br />
Then, honest, I swear, it's the turnstiles<br />
That make us hostile <br />
Oh-wah, oh-wah, oh-wah, oh-wah, oh-wah<br />
We will descend<br />
On anyone unable to defend<br />
Themselves<br />
Oh-wah, oh-wah, oh-wah, oh-wah, oh-wah<br />
And the songs we sing<br />
They're not supposed to mean a thing..."</i></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-37220378092961138162021-11-21T17:35:00.003+01:002021-11-21T17:37:53.450+01:00Liberté<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-OcWG5NAX2Ik/YZp0MAZRSqI/AAAAAAAABeM/o_pvspRCdskCIqxx0jm8eVI31wuV6ccpQCLcBGAsYHQ/s1920/antonio-escohotado.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="314" src="https://1.bp.blogspot.com/-OcWG5NAX2Ik/YZp0MAZRSqI/AAAAAAAABeM/o_pvspRCdskCIqxx0jm8eVI31wuV6ccpQCLcBGAsYHQ/w557-h314/antonio-escohotado.jpeg" width="557" /></a></div> <p></p>
<p style="text-align: justify;">"Lo que en esta vida me ha mantenido en una actitud de independencia es muchísimo amor y curiosidad intelectual. No admito estancamientos porque a mí lo que me gusta es estudiar y conocer. Eso no tiene fin."</p><p>(Antonio Escohotado, D.E.P.)</p><p>Texto de <a href="http://www.revistafusion.com/2000/junio/entrev81.htm" target="_blank">esta</a> entrevista.</p><p><br /></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-75763200908788490722021-09-20T19:18:00.000+02:002021-09-20T19:18:02.109+02:00Últimos aullidos del verano<p>"The cat'll sleep in the mailbox and we'll never go to town<br /> Till we bury every dream in the cold, cold ground<br /> <br />
In the cold, cold ground<br />
The cold, cold ground..."</p><p><br /></p>
<iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/D7b4bn22WBA?start=59" title="YouTube video player" width="560"></iframe>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-28454291398759800982021-07-20T20:42:00.004+02:002022-06-21T23:27:07.192+02:00Escribir para no olvidar<div style="text-align: justify;"><b>Manuel Vilas </b>dijo hace tres años en una interesante <a href="https://elcultural.com/manuel-vilas-la-literatura-nos-permite-guardar-con-palabras-lo-que-fuimos" rel="nofollow" target="_blank">entrevista</a> que "La literatura nos permite guardar con palabras lo que fuimos. <b>Somos nosotros ayer</b>" y pienso en todo aquello que he escrito, unas veces publicado en este blog, otras veces compartido en cursos de creación literaria, con amigos (presentes y perdidos), con amores en potencia y otros consumados, con desconocidos y con gente de paso; a veces nadie los ha visto y todavía permanecen escondidos, otros fueron garabateados en servilletas de papel que guardo en cajones (como aquellas en un café cerca de Times Square, en el 96), otros enviado por SMS o por Whatsapp o por Messenger o por IRC y sabe dios dónde quedaron; otros tirados a la basura o enviados a concursos literarios (que es prácticamente lo mismo), otros se moldearon en forma de novela, otras veces en guiones, algunos incluso novelas a partir de guiones (y me permitió besar a Midori ahí donde se sabe esconder bien) y, otros, guiones a partir de relatos cortos, incluso muy cortos; algunos los tienes tú y ya no recuerdo ni qué te escribí, una vez incluso se los di a Atxaga después de una charla (y él me regaló dos poemas que acababa de leer), otros ("El llanto del cabrón") se lo di al cantante de Malevaje tras un concierto en la Galileo (ahora me veo con demasiada indulgencia, lo sé, por aquellos ingenuos atrevimientos); otros me los imaginé, a veces tras (o durante) noches entre humo, ruido y locales atestados, a veces en el autobús camino a casa, otras tumbado en la cama durante una calurosa e interminable noche de verano (sí, también he llegado a escribir al despertarme de un sueño); muchos están en carpetas ordenadas en el disco duro (y en el de backup, y en el backup de este backup) y otros en carpetas Saro forradas con fotos de Tom Waits, Radio futura y Fugazi.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-UPHfzzxGLO8/YPcYzPqQfkI/AAAAAAAABZI/k_NPrNiHGFcYN7XPBofUXLq2UHubPF33gCLcBGAsYHQ/s2048/Autorretrato1.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Jesús Elorriaga" border="0" data-original-height="1390" data-original-width="2048" height="301" src="https://1.bp.blogspot.com/-UPHfzzxGLO8/YPcYzPqQfkI/AAAAAAAABZI/k_NPrNiHGFcYN7XPBofUXLq2UHubPF33gCLcBGAsYHQ/w443-h301/Autorretrato1.JPG" title="El joven Mr. Hun Shu" width="443" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Pero sobre todo pienso en aquellas primeras cosas que escribía a los 17, 18, 19, 20.... Siento un <b>excesivo pudor si intento releer </b>aquellos poemas, relatos, reflexiones, etc y a la vez una calma por contemplar a aquel yo de ayer. Siento que estoy lejos de él pero me siento contento porque, pese a la distancia, le entiendo y le guardo cariño. Quizás por eso mismo, porque he podido recorrer mucho más camino que R o que J, y que al menos por ellos puedo, pese a todo, <b>sentirme satisfecho y agradecido de haber llegado hasta este lugar</b>. A la literatura, o al tema este de juntar letras, como queramos llamarlo, que me permite no olvidar aunque quisiera, lo que fui, sentí y viví. Aunque ya no vuelva a estar en esa espuma de inocencia y rebeldía. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso este poema de Leonard Cohen me recordó hace poco aquellos escritos que entonces consideraba únicos y que de alguna manera consiguieron salvarme o hacer que el viaje fuera más llevadero, incluso en estas noches que a veces se vuelven quebradizas y se llenan de livianos desencantos (en el fondo, es solo un truco, ¿verdad Jep?). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aquí, en esta coordenada traviesa y a veces mística donde nos encontramos gozosos en el camino. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>The only poem</b>, de Leonard Cohen</div><div><br /></div>This is the only poem <div>I can read </div><div>I am the only one </div><div>who can write it </div><div>I didn't kill myself </div><div>when things went wrong </div><div>I didn't turn </div><div>to drugs or teaching </div><div>I tried to sleep </div><div>but when I couldn't sleep </div><div>I learned to write </div><div>I learned to write </div><div>what might be read </div><div>one nights like this </div><div>by one like me</div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-20191190236505558322021-05-31T00:35:00.004+02:002021-05-31T00:38:55.466+02:00Releyendo a Epicuro de Samos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-SbcRoFIhznU/YLQR-E1q2VI/AAAAAAAABWA/3PDw3EnJAPMSApn60Hfvmkks7nKhx42hQCLcBGAsYHQ/s2048/Marble_head_of_Epikouros_MET_DP333053_%2528cropped%2529.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1503" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-SbcRoFIhznU/YLQR-E1q2VI/AAAAAAAABWA/3PDw3EnJAPMSApn60Hfvmkks7nKhx42hQCLcBGAsYHQ/s320/Marble_head_of_Epikouros_MET_DP333053_%2528cropped%2529.jpeg" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">"Por mi parte no sé qué idea puedo hacerme del bien si suprimo los placeres del gusto, del amor, del oído y los suaves movimientos que de las formas exteriores recibe la vista"</p><p style="text-align: justify;">"Nacemos una sola vez, pues dos veces no es posible, y no podemos vivir eternamente. Tú, sin embargo, aunque no eres dueño de tu mañana, sometes la dicha a dilación. Pero la vida se consume inútilmente en una espera y cada uno de nosotros muere sin haber gozado de la quietud. "</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/qvvKzSQxqLM" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-74637250880803703992021-01-15T12:46:00.004+01:002021-01-15T12:48:59.119+01:00Democracia sentimental<p style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/kz10lTVShIM" width="560"></iframe></p><p style="text-align: justify;"><br />
</p>
<p style="text-align: justify;">"Las emociones, los sentimientos y los sesgos irracionales no van a dejar de ejercer su influencia (a veces malsana: piensen por ejemplo que todos los genocidios se han basado en una emoción que es el odio), sobre los procesos políticos democráticos. </p><p style="text-align: justify;">Por eso parece deseable que organicemos ese proceso democrático alrededor de principios que contrarresten o compensen esas interferencias. Es decir, a partir de los principios de <b>racionalidad, de diálogo, de atención a los hechos y a los datos</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Entendiendo que somos seguramente “demasiado humanos” para alcanzar plenamente ese ideal de autonomía, racionalidad y tolerancia, por otro lado, seríamos menos que humanos si no dejáramos de intentarlo."</p><p style="text-align: justify;">Manuel Arias Maldonado.</p><p></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-81554210409548517672020-11-29T21:25:00.001+01:002020-11-29T21:25:15.458+01:00Amenaza existencial<p style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-SMCOVOg69_E/X8QCe3xB0FI/AAAAAAAABOw/o5XZiv0ACSYAnKHWK_LazMCZ17MoQL0hACLcBGAsYHQ/s618/the_social_dilemma-384147385-large.jpg" style="clear: center; float: center; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="618" data-original-width="416" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-SMCOVOg69_E/X8QCe3xB0FI/AAAAAAAABOw/o5XZiv0ACSYAnKHWK_LazMCZ17MoQL0hACLcBGAsYHQ/w269-h400/the_social_dilemma-384147385-large.jpg" width="269" /></a> </p>
<p></p>
<p>"No se trata de que la tecnología sea la amenaza existencial. Es la capacidad de la tecnología para sacar lo peor de la sociedad, y lo peor de la sociedad es la amenaza existencial. "</p><p>"Si la tecnología crea un caos masivo, indignación, incivismo, desconfianza, soledad, alienación, más polarización, más pirateo electoral, más populismo, distracción e incapacidad para centrarse en los problemas reales... es solo sociedad. Y ahora la sociedad es incapaz de curarse y se convierte en un caos. "</p><p><i>(Tristan Harris, ex diseñador ético de Google, confundador del Centro para la Tecnología Humana, en el documental "El dilema de las redes", de Jeff Orlowski)</i></p>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-71301853458644360872020-09-09T15:47:00.001+02:002020-09-09T15:50:52.875+02:00Música<p style="text-align: justify;"> "Deberíamos volver a tomar conciencia de que la música no es un simple adorno, sino un fundamento de la vida y, de que, por eso, comprender la música nos ayuda a comprender nuestra existencia".</p><p style="text-align: justify;">
</p><div style="text-align: justify;"><i>(de "La música como hogar: Una fuerza humanizadora", Alicja Gescinska)</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><p></p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/acnH6M1Ee8k" width="560"></iframe></div>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-10444479493965840192020-03-25T23:58:00.000+01:002020-03-25T23:58:32.477+01:00CabinaA veces, cuando la noche me aprisiona,<br />
suelo sentarme frente a una cabina<br />
telefónica<br />
y contemplo las bocas que hablan<br />
para lejanos oídos.<br />
<br />
Y cuando el hielo de la soledad<br />
me ha desvelado,<br />
los barrenderos moros<br />
canturrean tristemente<br />
y las estrellas ocupan su lugar,<br />
yo acaricio el teléfono<br />
y le susurro sin usar monedas.<br />
<br />
(Felix Francisco Casanova)<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-QgOeRgHDOLI/Xnvh0P7yBKI/AAAAAAAABIE/O4Ywx-TJsMAzH03w6DlxqjXmj-rM20ZPACLcBGAsYHQ/s1600/cabina.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="983" data-original-width="1600" height="245" src="https://1.bp.blogspot.com/-QgOeRgHDOLI/Xnvh0P7yBKI/AAAAAAAABIE/O4Ywx-TJsMAzH03w6DlxqjXmj-rM20ZPACLcBGAsYHQ/s400/cabina.jpg" width="400" /></a></div>
<br />Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-17540828897212290212019-12-28T23:28:00.001+01:002019-12-28T23:37:42.356+01:00LemaExtracto del discurso de Manuel Azaña, dedicado a los pioneros románticos del Ateneo (científico, literario y artístico) de Madrid<br />
<br />
<p>
"Su argumento es el <b>progreso</b>; su arma las <b>luces</b>; su título, el <b>mérito propio</b>; su fin, la <b>libertad</b>; "</p>
<br />Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-48536895089659545052019-07-13T11:06:00.000+02:002019-07-13T11:06:47.179+02:00Fuera de onda, maximizando la audiencia<iframe allow="accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/sXQd4q0nqvk" width="560"></iframe>Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-9888709311312694462019-03-01T10:34:00.000+01:002019-07-13T10:47:30.395+02:00Seguir jugando<br />
<div style="text-align: justify;">
"Seguir jugando... Yo creo que el llamado artista padece una patología curiosa: el síndrome de Peter Pan. Son personas que no quieren crecer y quieren seguir jugando. Para mi esto de mezclar colores, hacer fotografías, imágenes, escribir poemas... Es una forma de seguir siendo niño. Y mantener la curiosidad del niño. Del niño que que destroza el oso para ver qué es lo que hay dentro. Y luego construye otro muñeco con el resto de ese oso. La curiosidad y la necesidad de no crecer, de seguir siendo un niño, es la madre del cordero". Luis Eduardo Aute</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<iframe allow="accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/xbhhzL77K3Q?start=132" width="560"></iframe></div>
Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-64913181085793268702018-05-02T15:21:00.000+02:002019-07-13T11:14:20.939+02:00Un amigoTrato de identificarme con ese amigo que describe Vinícius de Moraes. Y también trato de encontrar muchos así en mi vida. Bueno, al menos unos cuantos buenos sí que he ido encontrando durante estos años...<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-s6n66rbUqeo/Wum63qj6DYI/AAAAAAAAA4U/BaBNjBr7oe05og3BZdCnr9fFccPt4bsRgCLcBGAs/s1600/Ghost-Dogs-only-friend-Raymond-acted-as-an-emotional-sounding-board.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="461" data-original-width="725" height="203" src="https://3.bp.blogspot.com/-s6n66rbUqeo/Wum63qj6DYI/AAAAAAAAA4U/BaBNjBr7oe05og3BZdCnr9fFccPt4bsRgCLcBGAs/s320/Ghost-Dogs-only-friend-Raymond-acted-as-an-emotional-sounding-board.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>Se necesita un amigo</b>
</div>
<div style="text-align: center;">
Vinícius de Moraes
</div>
<br />
No es necesario que sea hombre,
<br />
basta que sea humano,
<br />
basta que tenga sentimientos,
<br />
basta que tenga corazón.
<br />
<br /><br />
Se necesita que sepa hablar y callar,<br />
sobre todo que sepa escuchar.<br />
<br /><br />
Tiene que gustar de la poesía,<br />
de la madrugada, de los pájaros, del Sol,<br />
de la Luna, del canto, de los vientos<br />
y de las canciones de la brisa.<br />
<br /><br />
Debe tener amor, un gran amor por alguien,<br />
o sentir entonces, la falta de no tener ese amor.<br />
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que<br />
los peregrinos llevan consigo.<br />
Debe guardar el secreto sin sacrificio.<br />
Debe hablar siempre de frente y<br />
no traicionar con mentiras o deslealtades.<br />
<br /><br />
No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.<br />
No es necesario que sea de primera mano,<br />
ni es imprescindible que sea de segunda mano.<br />
Puede haber sido engañado,<br />
pues todos los amigos son engañados.<br />
No es necesario que sea puro,<br />
ni que sea totalmente impuro,<br />
pero no debe ser vulgar.<br />
<br /><br />
Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,<br />
y en caso de no ser así,<br />
debe sentir el gran vacío que esto deja.<br />
Tiene que tener resonancias humanas,<br />
su principal objetivo debe ser el del amigo.<br />
Debe sentir pena por las personas tristes<br />
y comprender el inmenso vacío de los solitarios.<br />
Se busca un amigo para gustar<br />
de los mismos gustos,<br />
que se conmueva cuando es tratado de amigo.<br />
<br /><br />
Que sepa conversar de cosas simples,<br />
de lloviznas y de grandes lluvias y<br />
de los recuerdos de la infancia.<br />
Se precisa un amigo para no enloquecer,<br />
para contar lo que se vio de bello y<br />
de triste durante el día, de los anhelos<br />
y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.<br />
<br /><br />
Debe gustar de las calles desiertas,<br />
de los charcos de agua y los caminos mojados,<br />
del borde de la calle, del bosque después de la lluvia,<br />
de acostarse en el pasto.<br />
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,<br />
no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.<br />
<br /><br />
Se necesita un amigo para dejar de llorar.<br />
Para no vivir de cara al pasado,<br />
en busca de memorias perdidas.<br />
Que nos palmee los hombros,<br />
sonriendo o llorando,<br />
pero que nos llame amigo,<br />
para tener la conciencia de que aún estamos vivos.<br />
<br />
<div>
<br />
<br />
<div>
El texto traducido del poema original lo encontré en esta interesante página de Armando Martínez llamada "<a href="http://el-rincon-poetico.blogspot.com.es/2010/11/vinicius-de-moraes-para-vivir-un-gran.html" target="_blank">Mi rincón poético</a>"</div>
</div>
Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-23887046242654655622018-04-25T07:29:00.001+02:002022-06-21T23:27:47.908+02:00Carpe diem<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-t7snAWbY_T4/WuARGI7ubFI/AAAAAAAAA30/MM_t3HrUae80VhyHODFos1YALfPEI_P0gCLcBGAs/s1600/33215321014_2c4711f0d9_k.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="paisaje La mancha molinos" border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://3.bp.blogspot.com/-t7snAWbY_T4/WuARGI7ubFI/AAAAAAAAA30/MM_t3HrUae80VhyHODFos1YALfPEI_P0gCLcBGAs/w320-h180/33215321014_2c4711f0d9_k.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
"De pequeño me pasaba buena parte de la noche en vela, devanándome el seso, infligiéndome a mí mismo un auténtico tormento: qué pasaría si de repente me encontrara abandonado y sin recursos, si me olvidara de todo lo que sé, si me quedara ciego, sordo y mudo, <b>adónde iré a parar cuando me muera</b>, en fin, ya sabes. Entonces <b>pensaba que los mayores habían encontrado la respuesta a las cuestiones fundamentales y por eso dormían a pierna suelta</b>, roncando y resoplando como si quisieran proclamar groseramente su serenidad. <b>Más tarde comprendí que los adultos tampoco sabían nada.</b></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Simplemente, otras preocupaciones más prosaicas pero más inmediatas les impedían filosofar. No sé si éste es el secreto de la vida. Lo único que te puedo decir es que <b>darle vueltas a las cosas que no tienen solución no sirve para nada</b>. Y mientras tanto, el tiempo va pasando. —¿Carpe diem? —No sé lo que significa, pero si significa que <b>no hay que dejar que se enfríen los platos</b>, estoy de acuerdo. Tampoco hay que dejar que se acabe una botella sin tener otra al lado, lista para ser servida."</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Mauricio o las Elecciones Primarias (Eduardo Mendoza)</i></div>
Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-16682697.post-15293608843815418082018-01-07T12:26:00.000+01:002018-01-07T12:26:15.063+01:00Volver a empezarToca reinventarse, de nuevo.<br />
Mientras tanto, busco la banda sonora que me eleve y me acompañe lejos de esta habitación.<br />
De ese ataúd invisible que a veces se queda pegado a mi piel y que no me deja respirar.<br />
Pero saldré.<br />
Hay mundo que ver por ahí. Todavía.<br />
Menos mal.<br />
<br />
<br />Mr. Hun Shuhttp://www.blogger.com/profile/04178395907678919187noreply@blogger.com0